11 de marzo de 2011

Viña ardanza 2001 D.O.Q Rioja



Después de un largo periodo de tiempo, logramos reunirnos, de nuevo, los cuatro culpables de este blog.
La ocasión requería de algo que hiciera referencia a lo clásico, con insinuaciones a lo artesanal y si se quiere a aquellas cosas valiosas que se están perdiendo en aras de una modernidad a veces estúpida y superficial a la que todos contribuimos...
Bien, se trataba de pasar la tarde entre amigos, con un buen vino y en un escenario particular, el taller de forja del Amigo Fernando.
Así que, como decía, la forja (léase, valiosos oficios que se van perdiendo), requería un vino del estilo de este Rioja Clásico, de elaboración lenta y pausada, 36 meses en barrica, y unas atenciones y cuidados especiales, 1 trasiego cada 6 meses, y un estilo que va en contra de los nuevos gustos y tendencias, al igual que la forja.



Añadir que también contribuyeron a la elección de este vino, las reclamaciones que el Amigo, el Pibe Alejandro, hacia respecto a la ausencia de madera en los vinos que acostumbramos a catar, así que para madera, este Viña Ardanza.


Además, Fernando tenia preparado un lecho perfecto para este vino, de hierro y forjado al fuego con sus propias manos, todo artesanal, corte, remachado, moldeado,... todo pura fuerza humana, fuego, hierro y mucho cariño, no más.("corregíme" Fernando, vos sos el artista)

Entre copa y copa, asistimos a una clase magistral de forja, en torno al fuego de la fragua que nos calentaba en la fría y lluviosa tarde.

Bueno, hablemos del vino, diré, subscribiendo humildemente las palabras del Sommelier Josep Roca, que es un vino mas para beber, que para catar. Un vino en el que, la primera mirada, la primera sensación aromática y el primer trago, lo deja todo claro y expone todo lo que tiene, simple y directo, sin rodeos.

El color es el que cabía esperar de un rioja clásico con 36 meses en barrica, tono cereza-marronoso que se va degradando uniformemente hasta llegar al ribete, donde presenta un color teja limpio, incluso brillante.
La capa es baja, poca densidad, destacando la limpidez y brillo de su color.



Los aromas que primero se dejan ver son notas de fruta licorosa, naranja, o piel de naranja confitada, unido a unos claros aromas procedentes del paso por barrica, cedro, tabaco, caja de puros y una mezcla sensorial entre vainillas y cacao, mas un recuerdo, que intuíamos, a tierra húmeda o algo parecido... Un conjunto en que destaca la sensación a madera, y como sorpresa una intensidad alta a nivel aromático, lo esperábamos más sutil, menos intenso (prejuicios...)



En boca, una acidez sorprendente para el tiempo que ha pasado en barrica y después en botella, y que se corresponde con ese color brillante que presenta a nivel visual.

Siguiendo con la boca, paso ágil, nada tánico (esperábamos más tanicidad debido al largo tiempo en barrica, nos equivocamos... esto es más complejo de lo que pensábamos al probar nuestros primeros vinos...), sin un retorno retronasal muy aparente de los aromas presentes en nariz.

Resumiendo, un buen vino, buena muestra de lo que podemos encontrar en un Rioja clásico, a un precio accesible.

Al final, se nos echo la noche encima y todos cagando leches, perdón, a cenar con nuestras respectivas y queridas mujeres e hijos (alguno vive todavía en pecado, no es justo...)